En los últimos días, la visita a la Argentina de un referente internacional en maíz generó fuertes opiniones en el sector agropecuario. Sus declaraciones sobre la compactación de los suelos —calificándola como un problema “nivel Dios”— no pasaron desapercibidas. Para algunos, se trató de un aporte valioso que pone en agenda un tema muchas veces subestimado; para otros, de frases efectistas que generan más ruido que claridad.
Más allá de la figura o del estilo de quien lo dijo, lo cierto es que la compactación es un desafío real para la agricultura argentina, y merece ser analizada con seriedad.
La compactación: un enemigo silencioso
Un suelo compactado limita el desarrollo radicular, reduce la infiltración de agua, dificulta la absorción de nutrientes y, en consecuencia, afecta directamente el rendimiento de los cultivos. Es un problema que avanza lentamente, que muchas veces no se percibe a simple vista, pero que condiciona la productividad de manera sostenida.
Medir para entender, entender para mejorar
Como sucede con tantas variables en el agro, lo que no se mide no se puede mejorar. La compactación no es la excepción.
En APIX creemos que el punto de partida es obtener un diagnóstico claro de la situación de cada lote. Allí, la penetrometría se convierte en una herramienta clave: permite medir la resistencia del suelo a la penetración, identificar capas compactadas y entender cómo estas afectan al desarrollo de los cultivos.
A diferencia de la intuición o la percepción subjetiva, la penetrometría aporta datos concretos que sirven para: